Dentro del proceso normal de envejecimiento es muy frecuente sufrir una pérdida progresiva de la audición, lo que se denomina presbiacusia. Puede haber una pérdida de agudeza auditiva o un problema en la discriminación de las palabras (inteligibilidad). De esta manera, presentan dificultades en ciertas situaciones, como cuando otra persona habla rápido o hay ruido de fondo. La queja principal es que oyen pero no distinguen las palabras.
Según recientes estudios, a mayor pérdida de audición, menor es el rendimiento cognitivo de los pacientes, y a peor inteligibilidad, mayor era el deterioro cognitivo. Estos resultados demuestran que existe una relación significativa entre deterioro cognitivo y auditivo.
Todo ello repercute en gran medida en la calidad de vida de las personas que la padecen, puesto que disminuye su capacidad de comunicación y su autonomía. Pueden llegar a evitar el contacto con otras personas para no hacer evidente su discapacidad o dejar de ir a algunos lugares o de realizar actividades, por ejemplo: cenar en un restaurante, ir a misa, ver una película en el cine o asistir a una obra de teatro, son situaciones en las que tendrán mayores dificultades.
Así la pérdida auditiva se relaciona con problemas como el aislamiento, la depresión o el deterioro cognitivo.
Por otro lado se ha observado que personas con problemas auditivos que utilizan audífonos no presentan un declive cognitivo aumentado, sino que es similar al presentado por personas sin pérdida auditiva (normo-oyentes). Concretamente un estudio que comparó personas con hipoacusias moderadas-leves y normo-oyentes, concluye que después de 20 años las que no utilizaban audífonos registraron más deterioro cognitivo que las usuarias de audífonos y las normo-oyentes.
Esto revela que es posible reducir el riesgo de deterioro cognitivo mediante el tratamiento precoz de las hipoacusias. Así, es clave la temprana adaptación de audífonos en personas que padecen hipoacusia, favoreciendo que se mantenga activo el procesamiento de la información auditiva, pues es lo que nos mantiene “conectados” a quienes nos rodean, restaurando nuestra capacidad de comunicarnos y facilitando la participación en actividades diversas que a su vez estimulan más funciones cerebrales.
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Soy psicóloga Colegiada n° AO-04904 y audioprotesista.